Hubo un tiempo en el que su rostro era la portada mas solicitada y menos posible de tener. Llevaba la cinta de la patria y muchos aspiraban a salir jugando desde el fondo como lo hacía él. Respaldaba a los más chicos mientras se convertía en amo y señor de un puesto tan laureado en nuestra historia. Compañero ejemplar que creció fortaleciéndose como líder de una generación que deslindaba de las buenas épocas de fútbol y jolgorio de las que se vanagloriaba nuestra tierra, mas vale contextualizar a los pequeños que puedan encontrarse este texto, y hablamos precisamente de los 70 y 80’s. Encontró una madurez siempre a costa de su ceño fruncido, carácter y actitud para avanzar en los años. Pasó de ser la figura exorbitante de la defensa, el apellido innombrable de un sector del país, el hijo pródigo de Oblitas a estructurarse como el entrenador parco, de rostro duro, crítico de una prensa barata y de un sensacionalismo absoluto. De tácticas fijas, pelotas detenidas preparadas como el postre para sorprender a tus suegros en la cena. De juego fluido, flexible para consolidarse como buen deté y sin transpirar una sola gota al momento de cerrar su zona de confort, a la manera que sea, para salvaguardar su espalda, su nombre y apellido.
Los resultados son ley para él, debería ser la oración de todos, pero es que ha sido tan cuestionado por gestos iracundos en sus momentos más sublimes como parte de un folclore peruano. En sus días como dueño de los esquemas en el Monumental se enfrentó al populismo de pedir jugadores en cada segundo del partido transcurrido y tener que soportar los tiempos sin campeonas que llevaba su camiseta. Se galardonó consiguiendo resultados perennes en la memoria de un hincha que luego cuestionó el que se marchara a otro de los grandes. Ya lo decíamos, una carrera llena de excentricidades muy al contraste de su vida como jugador y fuera de las canchas. Por esos años era muy distante a los micrófonos, a prestar su cara para reuniones de camaradería. Los tiempos todo lo cambian, te enfrentan con heridas del pasado para saber si eres capaz de superarlas o alejarte. De esto goza el hoy responsable de las disposiciones tácticas de la selección peruana, el ‘capi’ que volvió al navío para tratar de superar ese ultimo escollo que antes estuvo cerca de saltarlo.
Volvemos a tener esa sonrisa ante nosotros, se nota distante al tipo que conocimos hace algún tiempo. Nos resulta hecha para disfrazar, para encubrir las viejas actitudes de las que todos nos quejábamos pero aplaudíamos en silencio. A su cabellera le faltan los rulos que asomaban en las prácticas de joven, su mente seguramente se ha enriquecido de estrategias para batir todo tipo de rival, y por más que a muchos les cuesta confiar, se emulan ante una sonrisa en las conferencias para poder creer que los conducirá hasta la tierra que parece prohibida para los compatriotas. Sobretodo creer que todo tiempo que viene lo tendremos sentado al filo de la cancha, esperando mandar sus replanteos que nos hagan vivir noches fantásticas y tardes de hazañas que se hizo una costumbre y debe adaptar como política.
No pedimos al Juan de antes, pedimos al que siempre fue. Que se haga fortaleza su pensamiento y demuestre como siempre que le puede arrebatar cursos a la lógica y viajes de felicidad a los ajenos. Que se sienta ante la cámara sin saber que gesto hacer para no demostrar su fragilidad. Que tiene en la mirada sus insinuaciones y bajo la manga un esquema para frenar los embates de la realidad.