“Una delgada columna de sangre desciende desde una bolsa de polietileno hasta la vena mayor de mi mano. ¿Qué otro corazón la impulsaba antes, qué otro corazón más vigoroso y espléndido que el mío, lento y trémulo?
Esta sangre que me reconforta es anónima. Puede ser de cualquiera. Yo voy (o iba) para ser misántropo y no quiero una deuda sospechada en todos los hombres. ¿Cuál es el nombre de mi dador? A ese solo y preciso hombre le debo agradecimiento. Sin embargo, la sangre que está entrando en mi cuerpo me corrige. Habla sin retórica, de una fraternidad más vasta. Dice que viene de parte de todos, que la reciba como un envío de la especie”.
El envío fue escrito por el poeta trujillano, José Watanabe. Leído por Juan Carlos Oblitas Saba para la Fundación Bbva Perú, interpretado por nuestro fútbol y la vida.
Por estos días apagó velas un hombre más que importante de nuestro balompié o como él mismo lo dijo: el gran sobreviviente del fútbol peruano. Del de antes o el de ahora, quizá lo diga por el de siempre. Solo sabemos que razón tiene y mucha.