Christian, el díscolo de estos tiempos; cansado de que se nos juzgue por falta de picardía y quimba, se puso la 10 en la espalda para darle el brillo que ese frío número necesita.
Se aburrió de las quejas y las risas en las redes. Se calzó los chimpunes y decidido a todo, se tatuó la franja en el pecho para inspirarnos a reponernos de cada golpe, para brindarnos lindos recuerdos en el baúl de la mente. Dejó atrás los insultos, las noches llenas de flashes y los momentos fuera de sí, para hacernos pisar un mundo ideal. Un mundo en el que él sea el artista que inspira a la nueva generación, con el balón a sus pies.
El chico que nadie quería ver en la lista del invierno del 2015, pero que terminaron amando en la primavera del 2017. El que todos pensaban que no se necesitaba, pero que demostró ser muy valioso. El elegido por Gareca. La reencarnación de todo un pueblo que resurge de lo más profundo para alcanzar los sueños. El ‘10’ de ésta inolvidable Eliminatoria. El que nos condujo a 90’ de la clasificación a punta de asistencias para enmarcarlas.
El rebelde. El criollo. El peruano mágico. El que te paga la entrada. Aladino. Cueva. ‘Cuevita’. O simplemente él.