Es duro tener que remar a contracorriente. Esto lo conocen a perfección los jugadores que deciden afrontar nuevas temporadas lejos de la comodidad y desorden que brinda la capital o algunas regiones de nuestro país diseñadas para veranear. Ellos no solo conviven con la duda sobre sus próximos registros anuales o si terminará siendo la correcta decisión para pelear el campeonato, sino también les toca enfrentarse al pensamiento popular que los estigmatiza en señalarlos como capacitados para obtener grandes números tan solo en escenarios de más de 2000 m.s.n.m.
Janio Pósito ha sido uno de los elegidos por las tribunas para portar el título de goleador de altura. Las últimas cuatro temporadas las ha llevado en equipos que exceden el límite de terreno llano en nuestra diversa liga. Ha llevado sus botines llenos de anotaciones en la maleta por Arequipa, Cajamarca, Cusco, Ayacucho y, en el último tiempo, Juliaca. De todas, la más significativa de sus llegadas se dio este año cuando se decidió por lucir el celeste venturoso del Deportivo Binacional.
Ser dirigido por Wilmar Valencia y tener la gran chance de mantenerse vigente frente a la red, fueron las decisiones que le terminaron por conducir hacia la frontera con Bolivia. Allí no solo vio la oportunidad de que su nombre siga en las tablas de goleadores anuales, principalmente buscó llevar lecciones para hacerle frente a quienes dicen que sólo se puede tener grandes cifras en el altiplano.
Si bien la estadística avala que sea mencionado de esa forma -son 14 los goles que lleva en el año, 9 de local y 5 lejos del mayor centro económico de Puno- ha excedido la norma de la calle y nos ha conducido a que se puede pensar de manera distinta. No solo por esos gritos sagrados fuera del temible Guillermo Rosamedina, sino por la importancia de su juego en el esquema táctico y por su pundonor para liderar los combates fuera de casa que le tocó afrontar con el ‘Poderoso del Sur’.
Sus asistencias, su gran lectura para definir los pases de sus compañeros, la creación de espacios y la gestación de efímeras hazañas lo han mostrado como un delantero excedido a la capacidad que se le puede entregar por clamor popular. Ha demostrado a los más chicos que sueñan con portar la nueve en la profesional, que se puede ir contra pensamientos atávicos y terminar el año siendo más de lo que se presupuestan en las conversaciones previas al inicio del año fútbol por estos lares. Sin querer está abriendo paso y señalando el camino a andar para los que se decidan por dar un giro en sus incipientes carreras.