Caminando a paso galopante, cruzando caminos de rocas y fuego, viéndole la cara a fervorosos simpatizantes, encontrándose ante escudos tradicionales hechos para cargar copas; así avanza este histórico Melgar en la Sudamericana, algo que parecía un imposible a inicios de temporada.
Imposible por el hecho de que no hemos sabido competir; también porque siempre nuestras miradas estuvieron puestas en la bendita capital que está invadida de pánico escénico y nulo carácter para la guerra.
Pero estos guerreros van demostrando en todo campo, que se puede pisar con firmeza; que si se está preparado física y mentalmente, los pies responderán a las órdenes y el corazón hará que se entreguen como nunca antes.
Van con el pecho inflado de honor por una tierra que los ha visto crecer muy de cerca, que los vio forjarse de las cenizas de un volcán, que es una completa maravilla.
Se abre paso en la historia sudamericana. Busca devolverle a la patria el orgullo perdido hace casi 20 años. No hay cabeza que esté dispuesta a agacharse y no hay piernas que no estén listas para aguantar los varios calambres.
Ustedes van marcando el camino, los perros van ladrando, sinónimo que están avanzando. Extraños se unen a sus cánticos, sinónimo que contagiaron. Mantienen firme la ilusión, sinónimo de esperanza.