El centro del fútbol vuelve a ser Cusco. La ciudad imperial tiene otro representante en la categoría de oro del fútbol peruano. Cusco FC regresa a la Liga 1 después de un año de ausencia que desde el punto de vista deportivo era injusto, ya sabemos que lo bueno que hacen con una mano los jugadores, los dirigentes la borran con la otra.
Definitivamente fue el mejor. No tuvo rival. Literalmente. No necesitó jugar una final para ser campeón y volver a un sitio que, deportivamente, le pertenecía. El equipo dirigido por Pablo Peirano ahora tendrá la misión, la ilusión de recuperar el protagonismo de antaño en la división de honor que obtuvo a inicios de la antigua década.
Protagonismo que consiguió cuando en el equipo el espíritu del Inca Garcilaso era real. Protagonismo que saboreó con piel celeste y sacando petróleo de cada estrategia. Que como el imperio inca, buscó expandirse al resto de Sudamérica.
Cuando vuelva a disputar un partido en primera se cumplirán 10 años de no solo su mejor campaña en Copa Libertadores, sino la última gran campaña peruana en el torneo continental. Por un momento el cielo celeste del Cusco fue el cielo peruano, pero también fue el cielo de Asunción y el de Montevideo.
Cusco busca volver a esa realidad. Cusco tiene sed de revancha. Sabe que últimamente el torneo prácticamente se lo dividen entre tres equipos y alguna sorpresa, pero no hay reto imposible, y que el equipo que dio la última gran alegría libertadora esté de regreso es para alegrarse, sobre todo cuando su sitio de alguna forma siempre lo esperó.
