¿Qué es un torneo vibrante si no se tiene un equipo que pone contra las cuerdas al favorito? ¿Qué es un campeonato sin que los grandes despierten de su descanso y se pongan en orden de lo que exige el hincha y la historia? Este Apertura tuvo como gran oponente, a la verdad de Alianza, a Universitario. La crema innata de Fossati, que se creció cual espuma en la recta intermedia del torneo y se dispuso como el firme contrincante para asumir el rótulo de ganador, a pesar que los puntos perdidos son más caros que hacer compras en el super.
Si hubo algún equipo que fue capaz de despertar la ilusión en su gente tras la constante persecución de la derrota, ese fue la ‘U’. Su necesidad de impregnar la huella a sus rivales, de mostrarle los dientes y las garras en todos los partidos de local, no fue la misma fuera de casa, pero lo que han vivido los de Norte por estos días, no lo cambian por nada. Sus días han sido invadidos por verse de noche, sus mentes se acostumbraron a trasladar el cuerpo a la tribuna y hacer de asistir al estadio una religión que será difícil convertirse luego.
Esta ha sido una banda digna de seguir cada fin de semana. No por el hecho de ser un grande en un sueño profundo en cuanto a títulos, si no por la intensidad que se encargaron de proponer y hacer de sus encuentros los más vibrantes. La cancha del Monumental ha sido el campo perfecto para desatar batallas. Convengamos que el inicio de temporada es lo que se esperaba, digno de una serie de nuevas plataformas, de contar el proceso de lo hondo al techo.
La propuesta fue de las más interesantes de las tácticas. Polo y Cabanillas por los lados para construir y destruir, para emancipar la versatilidad y agilidad de un equipo con aspiraciones a avasallar. Con Herrera y Valera como los ejecutantes de las aproximaciones, haciéndose de los goles que faltaron antes, convirtiéndose en una pareja interesante. Ponderando a un volante absoluto como Ureña, que debe ser el alma y vida de esta versión merengue. Sin duda, un equipo armado con coraje, con algo más que ganas para saltar al terreno de juego y demostrar lo que han trabajado en el tiempo que no le pusimos los ojos encima.
Hasta para ser animador de un torneo hay que tener mucha actitud. No basta con aparecer en las fotos de los fines de semana, hay que salir en las gráficas constantemente y en todas tener la mirada en arrebatarle el sueño y la tranquilidad a los demás. Fruncir el entrecejo, agachar una ceja en pos de desafío, encontrar cabezas enemigas enterradas de temor y sonreír ligeramente como saboreando lo que puede pasar. Y carácter es lo que más han demostrado, por algo se los emparenta con la garra y el pundonor. Los archivos no se escriben en vano.
Si encuentran la conjunción perfecta para sumar y sumar, en los próximos meses se acercarán a ese anhelo que llevan como objetivo hace algunos años. De momento, sigamos acompañando el viaje de los muchachos de Ate.