Ha despertado distintas emociones que nadie creía sentir en este inicio de año pálido para nuestro país. Fue uno de los primeros en aparecer ante la televisión en días en los que los walkover's eran el pan de cada día, y por cuestiones del armado de su plantel, no se les podía depositar fe en ellos. Por lo menos, es lo que muchos decían. Estos comentarios basándose en una plantilla conformada por jugadores que han tenido más de un galón (descenso) y que eso hace pensar lo peor para el equipo recién ascendido. Histórico, pero recién llegado a la máxima división. Cómo no podría salir algo extraño de estas combinaciones que se decidió a armar el técnico Roberto Tristán.
Pero como nada en este juego debe tener lógica, se encargaron de que esos comentarios quedaran como simples habladurías baratas y en comenzaron a ganar prestigio en estas primeras fechas.
Han caminado juntos desde aquella primera vez que sus miradas se cruzaron con las nuestras, desde la vez que leímos en conjunto uno por uno en detalle, el equipo que se habían dispuesto a preparar para la temporada 23 que significa ser la primera para una institución que ha tocado muchos corazones en Cusco. Han convertido al Inca Garcilaso de la Vega en su fortaleza para propios y extraños, han conseguido puntos que no se tenían presupuestado ni en los mejores sueños, pero para eso también está el fútbol, para soñar, crear y hacer. Parece que tienen muy aprendido ese lema, porque es lo único que hemos visto de ellos en los partidos.
Un equipo para hacerse sólido necesita más que buenos resultados y buen juego. Necesita contar con una mística que le permita conseguir levantar partidos de dónde no quede vida, de saborear triunfos con sonrisas bien puestas ante los rivales, se necesita de esos jugadores que han sido condenados por la opinión pública, pero que no les importa lo que se diga de ellos, tan solo les quedan las inmensas ganas de sacudirse los botines de victorias y cantos ante la prensa que los vapulea y sepulta como el equipo gris de la temporada. Conduciéndolos a un exilio sin razón ni causa.
Este es el club que ha sabido ganarse los ojos puestos de alguien más que se encuentra a muchos kilómetros de casa y que no le importa perder o ganar, simplemente se siente frente a ellos para disfrutar de la aventura de estar en primera y jugársela al destino que se empecina por querer escribir historias como la inteligencia artificial. Este es uno de esos equipos que se hacen necesarios para una liga, que los encuentras sin querer y te hacen buscar en google las fechas de sus partidos para apuntarlas en el calendario.
En tan pocos días se hizo el líder de una tabla que refleja la improvisación, pero no por ello merece el desprecio rotundo. Se ha decidido seguir en lo más alto. Mostrando el juego hipnotizador de su habilidoso volante Joao Rojas, el mundialista ecuatoriano que nos está elevando las pulsaciones cada que toca el balón y diseña un pase en espacios que ni la tecnología es capaz de ver. O que tiene una defensa que se hace el hueso duro de roer con Aldair Salazar, Rambla, Lojas y Alexi Gómez, por más sorpresivo que le parezca a más de uno. Y que tiene en el ataque a unos tremendos revoltosos como buenamente son Kevin Quevedo y ‘Coco’ Bazán, maridados con los goles del argentino Santiago Giordana.
Es toda una locura la que se empieza a vivir en el campeonato peruano. Es un equipo de apóstoles que va profesando sus ganas de demostrarse a sí mismos que están para grandes cosas y de hacerles ver al resto que de su pasado poco y del futuro mucho.
