Composición La CaprichosaDiether Vásquez se empecinó en ir contra la corriente. Quiso remar cuando a nadie más le alcanzaban las ganas ni sobraba actitud y se escabulló por entre defensas sólidas, que a los 20 años parecían tener más de una vida jugando a esto del fútbol, como son los colombianos, brasileños y paraguayos; sabemos todos que los que nacen en las tierras de Chilavert tienen la pierna firme desde que salen de sus madres.
A pesar que convivió en un fútbol mediocre para los de su edad, supo cómo sacarse de la cruel realidad que solo domina a algunos como borregos mientras astutos de terno se llenan los bolsillos. Propio de su estilo gambeteó los problemas hasta alcanzar uno de sus sueños: representar al país de las formas más lindas posibles. Se dejó la vida en cada embate hacia la frontera de rivales y nos hizo cantar un gol, que supo a poco, en el último Sudamericano de su categoría.
Ha tenido que afrontar un sistema putrefacto que tiene atado de pies a quienes luchan por sus metas y enjabonados de manos quienes deberían tomar las riendas con firmes decisiones para cambiar las “reformas”. Mismas que nos siguen desde hace mucho tiempo, que creíamos habían desaparecido con los encarcelamientos, pero que siguen siendo las prácticas del día a día.
El “Tin” solo busca beneficio a costa de los otros, le funcionó en el corto plazo con la selección del ‘Tigre’ y buscó tapar el sol con un dedo con la última participación de los juveniles. Lo que no supo es que al sol por más que le pongamos las dos manos, seguirá ardiendo y buscará la forma para hacerlo en nuestros ojos. Ha secuestrado todo desarrollo y nos tiene a merced de las jugadas sucias que pretende hacer en esa cabeza de antiguo dirigente copero que ve al fútbol como su patio de enriquecimiento.
El muchacho de potentes piernas que puso a pelear a defensas, que ponen en duda su edad en el certamen, lidió contra la improvisación que en el fútbol es buena siempre y cuando sea dentro de la cancha.
Tuvo que verse con partidos de preparación en la que no se reflejó ningún trabajo de los micro-ciclos, con los cambios de técnicos, con las exigencias de una hinchada que nunca los pudo ver mundialistas y con la presión por tener más de cien ojeadores en las tribunas esperando por cazar buenas jugadas suyas para enviarlas a muchos países.
Se enfrentó con los que posiblemente marquen la pauta en algunos años más tarde, pero dejó en claro que no importa su estatura, ni si delante tiene a cuatro que lo rodeen, siempre luchará contra todo y contra todos para vencer por los que lo acompañan y por los que llegan detrás de él.
