Las planas de diarios que visten los quioscos en las esquinas, llevan su nombre en letras grandes que exageran una realidad lejana a la de sus ojos y tiempo. Le rotulan la gran alternativa al viaje por la banda diestra y comienzan a cargar en sus hombros la responsabilidad de hacerse con los colores que definió Don José de San Martín.
Oliver Sonne, para muchos aún resulta conocido, otros ya se han tomado la labor periodística del día a día y se han lanzado a investigar sobre él. Cuál detectives han determinado que su rama familiar materna nos emparenta, nos reclama hermanos lejanos, más que nada unos primos lejanos del que papá y mamá jamás hablaron. Se han dejado conducir por sus ojos tan claros con el cielo que refugia nuestra sierra y su mirada seductora de modelo que guarda el misterio de un futuro incierto. Es por estos meses el nombre que todos pronuncia, en búsqueda de saber si hacerlo bien para cuando se de su arribo en junio, según todo lo pactado entre él y el CT de Juan.
Máximas son nuestras interrogantes ante tanto elogio barato que se regala en cada mesa a la hora del almuerzo y más ante la cena. Nos preguntamos si es que este será otro ensayo fallido o estaremos frente a la gran posibilidad de encontrar la aceptación insurgente de un revolucionario vistiendo nuestra camiseta. Porque en un país lleno de estigma, aferrado al pasado conservador, inhóspito para las generaciones nacientes, frescas y rimbombantes, es una declaratoria de guerra traspasar la pantalla del fútbol y aparecer en los refugios de antiguos lectores como portada de grandes marcas. Sería el encargado de destruir viejos pensamientos y poner alfombra para que todos caminemos sin sesgos, sin dedos señalando. La espuma de la incertidumbre se rebalsa como la de una buena cebada mejorada, nos enfrenta con la duda en el amado campo verde, ¿podremos contar con centros que hagan la parabólica perfecta para llegar a la cabeza de algún delantero? ¿Habremos quitado, otra vez, un aspirante a histórico a un país europeo? Para estos tiempos, los psicólogos recomiendan salir a caminar y cambiar los pensamientos de lo que pasaría por el ahora. Y ensayamos posibilidades bajo ese concepto.
Por más que nos embriaguemos de incógnitas o nos dejemos embelesar, acogemos la verdad que existe una gran ventana para nutrir la selección de Reynoso, que necesita una victoria como estas para ganarse el clamor popular y que en Camaná se le deje de criticar por tiempos mezquinos. Siendo sinceros, necesitamos sumar en el ítem de recambio, sin hacerle caso a nuestro consejero, no debemos caminar hacia el mañana indefensos de piel y huesos; hemos vivido esas situaciones y el golpe ha sido tremendo.
Qué bien nos vendría encontrarle como opción de pase en una conjunción entre Carrillo y Advíncula aprovechando nuestro lado flojo, armonizando las noches de Lima; terminando con algún embate, pisando el frente rival, dándole un pase con la mano a la frente de Lapadula y gritándole en la cara a Berentron en octubre. Total, está permitido soñar, más aún si Oliver da pie a ello.