El Callao es tierra formadora de grandes talentos. En su cuna se mecen al ritmo de la salsa y el balón, y le entregan a los pequeños la picardía callejera necesaria para avanzar en los verdes campos. Varios han sido los hijos pródigos que, a pesar de no haber nacido en sus fieras calles, terminan tatuándose el grito de guerra que dice Chim-pum.
En el puerto se nace de rosa, se crece de misma forma y el amor por los colores te llevan a no abandonarlos así existan grandes caídas. Despertar ilusión es lo segundo que se hace cuando inicia un nuevo año, más cuando en tus filas tienes el gran juego del barrio.
Nos permitimos pensar un proceso exitoso con él por la izquierda o el medio, dónde sea nos llevará a muchos gritos de guerra.
Jostin es el abanderado en ese aspecto. Es el divino tesoro. Es el elegido que tanto adoran en La Perla. Tan solo en un par de años pasó de ser un timorato debutante a ser un afirmado conchudo de las canchas. Con ese juego pícaro que parió el primer puerto.
Es difícil convivir con la ilusión y la desdicha; a Boys lo lastiman cada que quieren, en el terreno el equipo responde pero se queda sin manos a las que pueda cogerse. Lo único que mantiene viva la esperanza de un mejor futuro, es la juventud de Alarcón y su 30 en la espalda.
Regala gambetas, pases de alto riesgo. Es atrevido y todos lo notan. Reynoso lo notó, se dejó encantar por sus dotes para llevarle a los entrenamientos y mirarlo más de cerca con la sub23, que le ha llegado en el momento perfecto.
