Cuando la transmisión oficial mostró la gráfica del armado inicial del Al Hilal, creíamos que habían cometido un error al poner a André en el mediocampo. Esperamos que pisen el gramado para disipar dudas y fue cuando se nos vinieron más a la cabeza. ¿Cómo se desenvolverá el regateador que reina en la improvisación en funciones netamente defensivas? La respuesta la tenía Ramón Díaz, la tenía más que clara.
De Carrillo teníamos los constantes cambios de look, pasar del cabello corto a lucir tintes cobrizos para luego teñir las pequeñas trenzas que se agitaban en cada zancada hasta dreads que si se le veía por la calle automáticamente nos venía a la mente la rebeldía urgente. Pero eran pocos quienes creíamos que llegaría el momento en que retrocediera centímetros, más cuando pudo mantenerse en el ataque desde su aparición.
El acostumbrado a gambetear a cuanto rival se le cruza en el camino, tuvo que dejar de lado su impronta para ponerse el buzo de obrero más que antes y sacar a relucir sus dotes tácticos. El ‘Pelado’ Díaz había ensayado antes con él allí y se apoyaba también en los distintos movimientos que había tenido en años anteriores cuando se creía que sólo poseía amagues, fintas muchas y cero apoyo en marcas. Como la ley que dicta este deporte: en los detalles está el éxito.
El juego pasó de ser el reino de los regates a el paraíso de la táctica. Cada vez más detalles, más aspectos a leer y encontrar para descifrar lo que parece ser un algoritmo y no más un juego en base a las decisiones del hombre. En esa actualidad peligrosa, Carrillo dejó de inmiscuirse entre líneas como una temeraria culebra y se convirtió en el juez de su equipo al poner orden por encima de todo.
Caminó las fases del Mundial de Clubes con total jerarquía que le ha brindado el jugar siempre, sin importar la posición, el lugar y el rival. Ha logrado entrar en una etapa de crecimiento que se muestra positivo para su presente y el futuro cercano de todos nosotros, siempre poniendo en mente verle con la camiseta de la selección, que hoy no viste como lo merece.
Sus mutaciones en la cancha le adjudican, una vez más, el rótulo de indispensable y que satisfacción genera saber que el muchacho delgado que alegraba corazones en ‘La Vicky’ al compás de los movimientos reggaetoneros que rezaban las pistas de Surco, está capacitado para contentar a cuánto técnico, afición y equipo tenga en su espalda. Porque ahora eso es lo que hace, se pone al hombro a los más de diez que lo acompañan. Estos cambios que, sobre todo, tomando en cuenta el paso del tiempo, hacen necesario este crecimiento en su juego.